Omar Pereney: La cocina, un juego de niños. Tiene 15 años. Y en plena edad de las hamburguesas, ya es un cocinero top.

La escenografía simula ser una habitación soñada: un equipo de música de alta fidelidad, una playstation enchufada a un plasma de muchísimas pulgadas, una guitarra eléctrica al pie de un sillón, una bicicleta 0 kilómetro, un horno y unas hornallas... Sí, porque este cuarto es, al menos para las cámaras, el del venezolano Omar Pereney, quien a sus 15 años será el conductor más joven del canal elgourmet.com.

Omar vino a la Argentina para grabar los capítulos de la primera temporada de Yo cocinero, el programa que conducirá los lunes a las 20:30 en la señal para los bon vivants y, aparentemente, no tiene tiempo que perder: la grabación duró largas horas en las que pasó de preparar un desayuno americano a amasar un pan de maíz, para coronar la tarde con una fondue de chocolate. Como si fuera una naranja, exprime los minutos y se entiende, porque sólo tiene los días de vacaciones antes de retomar las clases.

El mundo de la tele es mucho menos glamoroso del que reciben los espectadores, y Omar engulle al menos cuatro veces un pedazo de frutilla bañada hasta que el director queda conforme con la toma. Corte, aplausos del equipo de producción y fin de la temporada, pero no de las obligaciones. A pesar del cansancio lógico que las escenas y las repeticiones implican, este rubio que habla a la velocidad de la luz, le dice al Sí!: "Algunos chicos van a jugar al fútbol, otros se van a estudiar música, y yo después de clase voy al restorán", explica mientras pide que lo busquen en Facebook a quienes lo vieron transformarse en un experto cocinero, ante las cámaras y en pocas horas.

La historia de Omar lo retrata como un intrépido. Mientras la mayoría de sus compañeros se interesaba por hobbies convencionales, a los 12 ya le atraía la cocina. Así fue como una noche, de visita con sus padres al restaurante de Sumito Estévez (famoso cocinero venezolano, aquí se lo ve en el programa Venezuela mía, de elgourmet.com), pidió conocer al chef. Le permitieron la visita, pero no se quedó conforme y volvió, hasta que lo tomaron como ayudante: "Al principio fue una simple curiosidad, pero la cocina tiene algo que te atrapa".

Aunque tiene clara su vocación como cocinero (odia que le digan chef, "por respeto a los profesionales"), no abandonó los estudios y, además, no está solo en este viaje relámpago por Sudamérica que luego lo llevará a Perú para hacer pasantías durante un mes. Lo acompaña su padre, la previsible reproducción del venezolanito dentro de 25 años. "Hace veinte años habría sorprendido que un varón dijera en su casa que quería estudiar cocina, pero por suerte tuve el apoyo de mis padres. Quiero decirles a todos que, con 15 años, soy la muestra de que la cocina es una carrera en serio, un oficio, un buen camino a seguir. Más de la mitad de mis compañeros tuvieron que estudiar otras cosas hasta que pudieron costearse ellos mismos la carrera".

Una de las incógnitas lógicas tiene que ver con algo fundamental en el mundo culinario: el maridaje. Siendo menor, no puede (al menos ante las cámaras) tomar alcohol. "Tuve varios conflictos, porque en este ambiente uno usa vino para cocinar y para beber, pero siempre se puede sustituir por algo más", dice y describe el jugo de manzana como un reemplazo posible. Pero además, le agrega un toque de ingenio, y asegura que "también hay recursos, como decir que en lugar de acompañar un plato con vino... yo recomiendo acompañarlo escuchando alguna canción". La música es otro de los intereses de Omar, quien se confiesa fanático de Jason Mraz y Jack Johnson, al punto de desear que en el futuro "me gustaría que algún día vengan a comer a mi restaurante".

Cuando no prepara alguna exquisitez, mira béisbol ("en Venezuela es muy bueno") y reconoce que tiene como cuenta pendiente aprender a tocar la guitarra. ¡Todavía hay tiempo!.

Fuente: http://www.si.clarin.com/2009/08/28/home/01986985.html